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14 El Señor mismo me ha atado
al yugo de mis rebeliones;
me ha puesto en el cuello ataduras
que acaban con mis fuerzas;
me ha dejado en manos de enemigos
que no puedo vencer.

15 El Señor ha pisoteado en mis calles
a todos mis hombres fuertes;
ha convocado tropas para derrotar a mis valientes;
¡ha prensado a la virginal Judá
como si prensara uvas!

16 Ésta es la causa de mis lágrimas.
El llanto brota de mis ojos,
pues no tengo a nadie que me consuele;
¡no tengo a nadie que me reanime!
¡Mis hijos han sido derrotados!
¡El enemigo nos venció!

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